El gobernador saliente de Hidalgo, Omar Fayad, dejó un legado de pésima infraestructura carretera a lo largo del estado.

Esto es visible en las inútiles obras faraónicas que construyó, sobre todo en la ciudad de Pachuca, mientras abandonó las carreteras de todo el estado.

Un claro ejemplo es el Puente Atirantado que costó un quinto del presupuesto anual de carreteras de Hidalgo que poco ayudó a arreglar la congestión del cruce de la Avenida Colosio y Felipe Ángeles.

Mientas el gobernador gastó el presupuesto en obras enfocadas solo en la ciudad de Pachuca, el mantenimiento de importantes vías del estado fue casi nulo.

Un claro ejemplo es la vía Pachuca-Huejutla, que aunque está bajo un esquema federal, el estado tenía el permiso y la concesión para el manejo de recursos de mantenimiento y reconstrucción.

Sin embargo, son muchos los tramos con baches o donde la carretera está completamente destruida.

Otros tramos, como la ampliación de la ruta Cerro Colorado-Zacualtipán, quedaron inconclusas y sin justificación del presupuesto asignado.

También destaca el abandono de decenas de carreteras estatales que comunican municipios marginados que nunca recibieron un peso de mantenimiento.

Además de las miles de calles de la capital que el estado prometió bachear junto con el alcalde priista Sergio Baños.

A la fecha, solo el 30% del total de calles que se planeaban bachear en el área metropolitana han recibido algún tipo de reparación.

Por lo tanto Omar Fayad deja un legado carretero de pésima infraestructura a lo largo de todo el estado de Hidalgo.